miércoles, agosto 13, 2008

Murallas Mentales

Para una amiga que dice que está triste


Dreaming of Pirates and Corsaires


"Los cambios más profundos son aquellos en que todo permanece igual. Todos los inviernos se parecen al peor invierno y ningún paisaje se compara a los remotos paisajes de la infancia. Si hay una razón para otros amores es recordarnos que no son el único". Efraim Medina Reyes

Casi todo el que ha estado en este lugar logra, por lo menos, un atisbo de la magia que esconden estas murallas. Las historias de piratas, bucaneros y corsarios se les notan en la cara a los niños o salen a borbotones de los callejones, contadas en el Inglés que enseñan el hambre y el sol.

 Pero hay otras historias que no se saben, que nadie cuenta. Caminando cerca a la torre del reloj, entre el calor aplastante de las doce del día, recordé lo tristes que son esas memorias. También se me vienen a la cabeza dos o tres caminatas en estas murallas, de la mano de dos o tres ilusiones que se han ido. ¿Quien no lo ha hecho? ¿Quien no ha mandado al cielo votos de amor con la brisa cartagenera en las narices? Es la gracia de esta ciudad y de esta luna, de este mar de siempre. Es a lo que uno viene.

Pero las promesas son terribles cuando alguien no las cumple. Cuando la vida te obliga a devolverte sobre tus propios pasos para discernir dolorosamente cuales fueron en falso. Con el tiempo uno aprende que no hubo pasos en falso sino terrenos difíciles, arena inestable, que la culpa es compartida. He estado allí. Este montón de piedra junto al mar me hace recordarlo.

 Puedo imaginar los arañazos en tu corazón y la tristeza de tus mañanas. Mientras camino, el sol broncea a los bañistas y frita el alma de quienes intentan ganarse el pan en este enclave de historia. Atravieso una plaza pensando en tu sonrisa de hace unas cuantas noches y trato de imaginar la dimensión de tu dolor, pero se me ocurre una digresión: El sol y los vendedores ambulantes se aman y se odian, sin sus fuertes rayos amarillentos las calles estarían desiertas. No habría a quien venderle chucherías o bronceadores, y estas calles no serían sino las de un pueblo más, caliente y lleno de balcones.

No es difícil encontrar una salida a estas murallas de piedra, es cuestión de caminar en la dirección correcta. Las que me asustan son otras murallas, forjadas de ansias y miedo, de nostalgia e ilusiones, de mentiras. Son murallas mentales las más peligrosas, las que uno construye para encerrarse a sí mismo. Son más fuertes, traicioneras y peligrosas. Pero éstas, como aquellas, solo son obstáculos para piratas, bucaneros y corsarios de fantasía, no confunden ni atrapan las almas, si uno decide caminar en la dirección correcta. Si uno camina en la dirección correcta.


1 comentario:

  1. Hola javier, llegué a tu blog por casualidad; en todo caso quería felicitarte por este escrito en particular... muy bonito y muy cierto. Saludos desde Cartagena.

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