miércoles, junio 20, 2012

Sobre Uribenomics y Otras Paradojas


Escribía Paul Krugman hace poco en el Eastern Economic Journal* que los economistas, particularmente los macro-economistas, están en deuda con la sociedad por el pálido rol que asumieron antes y después de la reciente crisis económica. Su incapacidad de detectar las señales de una burbuja en la finca raíz, la falta de valentía para cuestionar los cimientos de la multimillonaria industria financiera, la creencia férrea en que los mercados siempre ofrecen la mejor respuesta, el desdén generalizado hacia los análisis Keynesianos; todos esos vicios de los macro-economistas contemporáneos, sugiere Krugman, se confabularon para que la discusión sobre política pública antes, durante y después de la crisis se diera sin la disciplina de los profesionales que estaban llamados a darle forma al debate. Los políticos y los servidores públicos se vieron libres para seguir sus prejuicios e intuiciones y convertirlos en política pública, haciendo a un lado las lecciones aprendidas a través de la historia y el análisis económico riguroso.  Así las cosas, los economistas habrían descuidado algo que Krugman se atreve a llamar -su función social-.

Si uno, como Krugman, cree en esa idea de que el pensamiento económico responde a una -función social-  tiene una muy buena razón para celebrar esta recopilación de textos de Alejandro Gaviria. Página tras página, el autor de Uribenomics y Otras Paradojas parece proponer un acercamiento al pensamiento económico como una forma más sofisticada e interesante de entender el mundo. Desde las telenovelas Colombianas, en las que Gaviria encuentra una marcada obsesión por la movilidad social, hasta el fenómeno del narcotráfico, todo se examina bajo esa misma lupa y para casi todo se propone una explicación en términos económicos. Sorprende, en ese intento, que los juicios y diagnósticos de Gaviria, frecuentemente acusado de ser un acérrimo neo-liberal, sean mucho más benevolentes que los típicos diagnósticos de ciertos comentaristas que siempre parecen sugerir que los problemas que aquejan a Colombia se deben a la pobreza de la fibra moral del Colombiano promedio. Una gran paradoja de Uribenomics y Otras paradojas es entonces que a través del materialismo más puro propone una visión más compasiva, más tranquila, incluso más humana, de Colombia y sus tragedias.  Para lograr esa visión era preciso poner en evidencia el facilísmo que se esconde tras el determinismo moral que les encanta a ciertos columnistas y comentaristas Colombianos y exponerlo como una visión poco sofisticada de nosotros mismos. 

Vale la pena leer esta recopilación de textos de Gaviria, entonces, porque acerca el pensamiento económico a la cotidianidad, porque en Colombia los economistas y el pensamiento económico siempre  han parecido vivir en una dimensión paralela cuyos únicos apremios son la inflación y la tasa de cambio. Necesitábamos, desde hace mucho tiempo, un economista que se atreviera a poner el estudio de la economía, sus teorías, sus descubrimientos y sus cifras al alcance de todos. Uno de los grandes logros de Uribenomics y Otras Paradojas es que parece sugerirnos por fin, en el lenguaje de los no iniciados, para qué puede servirnos el estudio riguroso de la ciencia económica a los Colombianos y el rol que debería ocupar el análisis económico en la creación e implementación de políticas públicas. La obra de un economista que nos hable a todos, que se atreva a acercar el pensamiento económico a los problemas cotidianos, a la vida de la gente de a pié, es muy probablemente una obra pionera en Colombia. Todos los que creemos que el pensamiento económico y los economistas de profesión deberían cumplir una cierta -función social-, insisto, estamos llamados a celebrarla.

Pero algo hace falta en Uribenomics y Otras Paradojas. Si bien Gaviria nos advierte, desde la introducción, que no encontraremos grandes tesis sino ideas breves en las páginas de su libro, la brevedad con la que se aborda la política económica del gobierno de Alvaro Uribe es abismal. Solo en los primeros capítulos hay un análisis fugaz en el que se sugiere que tal vez el problema con los Uribenomics es que no siguen un modelo económico claro sino que están hechos de retazos. Aparte de confirmarnos las sospechas de que había cierta contradicción populista en la política económica de Uribe que ofrecía descuentos tributarios a las empresas con la mano derecha y auxilios directos para los pobres con la izquierda, el libro de Gaviria no nos ofrece mucho más sobre la política económica Colombiana en los tiempos de Alvaro Uribe Velez. Y es una gran oportunidad perdida, porque sería interesantísimo que un comunicador tan elocuente como Gaviria nos ofreciera una disección más detallada, más rigurosa de la formula económica de Uribe. Un análisis tranquilo, como los que acostumbra Gaviria, sería una muy buena forma de identificar los yerros y aciertos de la política económica de un gobierno que parece (o se jacta de) haber abierto la puerta para años más prósperos en Colombia. Lamentablemente, otra de las paradojas de Uribenomics y otras paradojas es que tiene muy poco Uribenomics, que Alejandro Gaviria parece haber traicionado la genialidad de su título.

Una discusión que subyace esta obra es la discusión sobre el alcance y la pertinencia del pensamiento económico. En Colombia, polarizada en casi todas las cuestiones que importan, parece que hacer uso del pensamiento económico es enlistarse automáticamente en el ejército de los neoliberales, de los despiadados tecnócratas, de los enemigos del humanismo. Una obra como la de Gaviria, que inmiscuye el pensamiento económico en casi todos los ámbitos, es una obra que no parece reconocer el límite de su propia disciplina, que cree en ella sin cuestionar sus supuestos más básicos, que parece reducir al hombre a la idea del Homo Economicus. Pero son obras así las que necesitamos, tan henchídas de su propia disciplina que logren estimular el interesante y necesario debate sobre los límites de las disciplinas del conocimiento. Hacen falta académicos tan lúcidos como el autor de Uribenomics y Otras Paradojas, después de todo, para poner en marcha un debate serio sobre los límites y el lugar que deben ocupar el pensamiento económico (y todas las otras formas de ver el mundo que se aprenden en la academia) en el proceso de creación de política pública.


*El artículo breve de Krugman puede leerse aquí: http://www.palgrave-journals.com/eej/journal/v37/n3/full/eej20118a.html




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