Vivir junto al mar en este sitio, como en el sitio de donde vengo, no es necesariamente la gran cosa. No se requiere ser millonario o aventurero.
La pobreza es parte del paisaje y el horizonte se funde con la desidia. Todos: pobreza, horizonte y desidia, parecen infinitos.
Nadie se entristece ya por ser pobre o porque la civilización lo olvida.
La gente se entristece por cosas menos etéreas:
Porque la pesca está mala o porque muere un conocido.
Si el mar es sinónimo de progreso en otros lugares, acá es sinónimo de caos y mezquindad. Es casi siempre un sitio para ganarse la vida entre la basura y la podredumbre.
Esto no es Cancún ni la costa Azul. Este es el mar del tercer mundo y hay muchas preguntas sin resolver:
¿Qué debe sentirse al sonreír a las olas o al mirar un horizonte soleado sin arrugar los ojos?
¿A qué oleran la euforia y la felicidad en medio de la pobreza?
¿Qué tan divertido es jugar dominó por la tarde sobre una vieja mesa de madera rodeada de conocidos?
¿Habrá espacio para carcajadas verdaderas o el salitre escocerá las heridas y envenenará las almas?
"Acuérdate muchacha
ResponderBorrarque estás en un lugar de Suramérica
No estamos en Verona
no sentirás el canto de la alondra
los vientos de Shakespeare
no son para Mauricio Babilonia
cumple tu historia suramericana
espérame desnuda
entre los alacranes
y olvídate y no olvides
que el tiempo colecciona mariposas"
Eso dijo el bueno del poeta Giovanni Quessep, tipo de San Onofre que seguramente vio el mar y no la mar y entiende eso de que no somos Hollywood aunque en FOX diga que pareciera que sí...
Yo siempre he pensado que si no tengo nada bueno que decir mejor me quedo callado, pero a veces me doy cuenta de que no salgo del error por no decir lo que pienso y así abrir el espacio para que alguien me ayude a ver un poco más allá, sacándome de mi obtusa perspectiva.
ResponderBorrarYo que por muchos años fui un confeso ateo, hoy gracias a dios ese tema dejo de ser una preocupación existencial, por lo que no se, si aun lo soy o no, puedo decir que de los pocos motivos que durante años me han hecho dudar de la no existencia de Dios es el Mar y difiero en dos cosas con relación al post, primero en que vivir junto al mar “no es necesariamente la gran cosa” para mi si lo es, quizá muchos que tienen la oportunidad de tenerlo cuando quieren no lo vean así, le dan el mismo valor que le da un adolecente a la vida, tienen tantos años por delante que la gran mayoría no la valoran y la mal gastan, solo se darán cuenta del despilfarro cuando el ímpetu de la juventud se hayan ido y los sueños no sean más que ideas de lo que no fue y miren atrás añorando haber tenido la madurez que en ese momento tampoco servirá de mucho, el segundo punto es con respecto a que “el horizonte se funde con la desidia”, creo que la pobreza y la desidia es un común denominador en nuestras ciudades y los únicos que pueden huir cuando quieran de ella son los que viven junto al mar, mirar al horizonte es libertad, mirar la majestuosidad del mar dejar que los ojos lleguen hasta donde la tierra comienza a curvarse es un privilegio que tienen quienes vive junto al mar y los ricos, entonces, me atrevería a decir, que es un privilegio vivir junto al mar porque la sensación de la monarquía monegasca sentada frente al Mediterráneo debe ser la misma a la de una familia boquillera sentada frente al Caribe si ambas dejan su mente en blanco y se dedican a percibir la energía que irradia el mar a través de su oleaje.
Bueno, reconozco que fui subjetivo y muy apasionado con mi comentario, porque la reflexión es sobre la pobreza material de los costeños, al igual, por ejemplo, que los rivereños del Magdalena, pero la riqueza humana que estos costeños tienen su alegría sin igual y su despreocupación por el “progreso” algo que no saben que significa y me gustaría por momentos poder gozar de ella, se la deben al mar, eso lo explicaba alguien con un chiste sobre un ejecutivo bogotano que llega a Taganga y le dice a un pobre pescador que por qué no industrializa su negocio y busca un inversionista, le da un cátedra sobre negocios de explotación y exportación pesquera, y le cuenta también al pobre hombre, que él trabaja para una empresa que hizo lo mismo, pero con productos agrícolas y el humilde pescador le pregunta al bogotano, ¿y para qué hace todo eso?, a lo que el ejecutivo contesta, “pues hombre, para que cuando cumpla 65 años, pueda vivir frente al mar y comerme un pescado cuando se me dé la gana, sin preocuparme de nada”, a lo que el pescador le contesta “bueno señor yo tengo 23 años y así es como vivo sin tanto sacrificio”.
La madre que hubiera preferido que hablaras mal de mi mamá, ja, ja, ja, no sabes cómo extrañé el mar mientras viví en Bogotá, sentado frente al mar es el único lugar en el que puedo ver solo lo que quiero ver, sin límites, ni fronteras, sin ricos ni pobres, sin montañas ni edificios, sin carros ni casa, sin perros ni gatos....
Conocen a Alberti, marinero en tierra? Hace dos semanas estuve en su casa/museo en Cádiz. No era solamente un buen poeta sino también un buen pintor! Y, al fin y al cabo no fue tan triste como parece ser tu pobre 'flying-Dutchman' (a pesar de su sonrisa). Beso de una Flying-Dutch-Woman
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