miércoles, mayo 07, 2008

Terranía

"Benditos los que no son lo que soy,
los que jamás despiertan huérfanos,
los que no siguen a su cuerpo a todas partes
ni se quedan sin las huellas de tu cuerpo,
porque, en el bosque invisible de los días,
no se han abandonado tan temprano.".
Ricardo Silva Romero




Confío ciegamente en sus reseñas de cine en Semana y en las columnas mensuales que escribe para SOHO. Detrás de los artículos del tipo: ¿Qué prefieres, Omega o Rolex? hay una reconfortante sección que se llama Lugares Comunes. Había visitado su blog en algunas ocasiones y sabía también que escribe novelas y poemas, pero algo, tal vez el temor a sentirme decepcionado (que experimenté por primera vez al leer "el cucho", uno de sus cuentos cortos), me había mantenido alejado de sus obras fuertes.
Resulta que me lo encontré hace dos meses en el centro comercial Santa Ana, en la librería FORUM del segundo piso. Lo reconocí porque había visto varias veces su foto en Lugares Comunes y muy a pesar del fastidio que le tengo a esa situación en la que uno aborda a un famoso en la calle como un fan entusiasmado, decidí preguntarle, en primer lugar, lo obvio:

-¿Tú eres Ricardo Silva Romero? ¿cierto?

Y después de un icebreaker tan creativo, rebusqué en mi cabeza por algo más inteligente y apenas pude balbucear, como haciéndole una irónica apología a su columna mensual en SOHO, el siguiente lugar común:

-Si quiero empezar a leer tu obra ¿Por donde empiezo?

Aunque todavía no sabía qué esperarme de sus novelas, me di cuenta en esa ocasión que Ricardo Silva Romero es un buen tipo. Pero eso es otro asunto; esto se trata de terranía y no de su autor, quien me sugirió en vano que empezara a leer su obra con "el hombre de los mil nombres".

El pequeño poemario "terranía" fue mi elección porque había leído en algún lugar una buena reseña, porque estaba leyendo la puta de babilonia de Vallejo y no estaba mal un poco de poesía para compensar. Grata Sorpresa. En este pequeño compendio de poemas hay unos versos preciosos que huelen a lo que huele la séptima, a sus paraderos de buses, a la lluvia de las tardes grises y aburridas de esta ciudad. Silva Romero ha escrito unos poemas que nos caen como anillo al dedo a los que nos montamos en esos buses polvorientos y recorremos más de cien calles a diario, a los que entendemos lo peligrosa y tierna que puede ser esta urbe. Lo bueno y lo malo que le hace a las almas errantes.
En efecto, esta poesía de Silva Romero nos toca. Ya había pasado algún tiempo sin leer un libro de poemas que se me antojara de este lado del mundo, de este lado de la historia. Leo a Blake (un maestro) y aprecio su obra, por ejemplo, pero la siento tan lejana en el espacio-tiempo que sus líneas me producen escalofríos. Aveces un hombre necesita poesía que esté a su alcance, con la que pueda intimar, poesía de la que pueda apropiarse con más facilidad.
Así es este poemario: simple, íntimo, preciso. Nos enseña, línea tras línea, el significado de una palabra que no aparece en los diccionarios: terranía. Nos recuerda lo bueno y lo malo de la añoranza, la poesía que se puede extraer de las tontas horas en las que todos duermen, los sentimientos y las sensaciones agridulces que producen el exilio y el amor que se sabe lejano.
El libro me resultó encantador porque entendí lo que implica la terranía, porque entiendo al tipo de los versos, porque me he sorprendido a mi mismo elevando ese tipo de plegarias desesperadas que componen el primer libro (Una oración por Dios):


"Preserva, Dios, su cara de niña en la orilla del tiempo,
y dame la vida para decirle "Sí" a sus palabras sueltas,
para recibirla al final de sus pesadillas injustas, 
para salvarla del frío que rueda por las ventanas
de estas tres habitaciones en tregua.
No te dignes a responderme si merezco 
estar aquí, en su madrugada, en el suspenso
de su respiración, de su frente sin fiebre,
de sus gestos perdidos en el cielo de los gestos,
porque las voces ajenas le dan tanto miedo
como los pasos en el piso de arriba.


Si sólo puedes dar un paso, si sólo te queda un deseo,
protege a mi María de la noche"


Aunque los otros dos libros de la compilación ("El libro del sol" y "Réquiem") contienen poemas rimados y por ende menos naturales, también están compuestos cuidadosamente por unas líneas hermosas que hacen de Terranía, a mi juicio, un excelente libro de poesía y tal vez una de las mejores obras Colombianas de la última década en ese esquivo género. La de Silva Romero es una poesía desparpajada y aunque (en ocasiones) rima, siempre está libre de pretensiones y de ornamentos excesivos, lista para leer en los paraderos, para ayudarnos a sobrevivir una de esas tardes grises sin sonrisas, para acompañarnos en el intento de esquivar a los vendedores ambulantes y a los maleantes de esquina, para mitigar la soledad de los que no le tememos a estar solos.
Recomiendo especialmente los siguientes: El poema de la página 15, el de la página 16, el de la página 17, el de la página 18, el de la página 23, el de la página 25, el de la página 28; los que se titulan: Poema en Blanco y Negro, Paréntesis, El Poema de mi amiga, Seis de la tarde, Espiral; los números 5, 13, 14, 32 y 33 del segundo libro; aquellos que se titulan: Bogotá, Horizonte (...) entre otros.

2 comentarios:

  1. Por aqui le mando un saludo, estaba perdido. No conozco a este señor, a proposito

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  2. Je Je. Ya estoy de vuelta. El loco ese tiene unos libracos chéveres. Si puedes píllatelo.
    Un saludo desde Tabogo.

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