viernes, diciembre 19, 2008

Amanecer En El Valle del Sinú: Antología Poética de Raúl Gomez Jattin

Por qué va a entristecerte el no ser poeta
Terrible sufrimiento el serlo
Sagrado –es verdad-
pero terrible

Raúl Gómez Jattin



Si uno nació de Bucaramanga hacia arriba vive orgulloso de Gómez Jattin porque le han dicho que a diferencia de otros escritores costeños fue un tipo cojonudo y lenguaraz. Es cierto: Raúl Gómez Jattin fue todo eso y otro poco. Dicen que en sus últimos años se paseaba por los parques de Cartagena arrebatando comida de la boca de la gente como lo hacen todos los otros mendigos del corralito de piedra, pero él, sin embargo, tenía una pequeña coartada: La poesía.

Y es precisamente su poesía lo que se recopila en "Amanecer en el valle del sinú, Antología Poética", un libro que tras un aburrido pero acertado prólogo de Carlos Monsiváis, nos revela el mejor regalo que un mendigo pudo haberle dejado a la humanidad que lo jodió hasta el tuétano. Esta antología poética, a mi juicio, siempre se queda en los extremos: tiene poemas muy malos y poemas que solo pueden ser producto de una sensibilidad genial. Casi obsceno, conjuro, sin querer ofender y algunos otros apartes de la antología de Gómez Jattin hacen que uno perdone aquellos otros poemas excesivamente delirantes que no dicen mucho y que hablan únicamente de aquel hombre majareta y perdido en los vicios.
La poesía más lúcida y hermosa es la del Gómez Jattin que todavía no está loco pero que se sabe al borde de la vesania, que reconoce su maldición y la vive apasionadamente:


"No soy malvado Trato de enamorarte

Intento ser sincero con lo enfermo que estoy
y entrar en el maleficio de tu cuerpo'
como un río que teme al mar pero siempre muere en él."


Esta antología poética es, a mi juicio, una joya de la poesía Colombiana, no solo porque compila la obra de uno de los poetas Colombianos más polémicos y talentosos, haciendo un recorrido por todas sus caras poéticas, sino porque permite una visión diferente de una región de Colombia llena de Libaneses a los que la gente llama Turcos, llena de matronas y chismes, llena de apellidos influyentes, llena de pobreza: mental, cultural y del espíritu. Resulta por lo menos irónico que la sociedad de cabeza cuadrada de la costa Atlántica Colombiana aparezca inmortalizada en la poesía de Gómez Jattin. Él, como el mártir redentor de una calurosa provincia llena de tontería e ignorancia, inmortaliza a aquellos que tal vez no merezcan mucho más que el olvido.




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